CARMINA GALLO
1937 – 2004
No sin razón CARMIÑA GALLO es considerada como la Cantante Colombiana más notable y completa de todos los tiempos: Sus estudios que comprenden dos grados musicales en el Conservatorio Nacional de Colombia de la Universidad Nacional ; dos posgrados en Canto y Preparación al Arte Lírico en el Conservatorio de Santa Cecilia de Roma ; cursos y especializaciones con Zinca Milanov, Elizabeth Schwarzkopf, Sara Sforni Corti, Genaro de Angelo, Enrico de Mori y María Teresa Pedicone, cimeras figuras del canto y de la pedagogía de renombre internacional. Una trayectoria internacional que comprende actuaciones en Opera, Lied, Oratorio, Canción Culta, Canción Latinoamericana y Colombiana en más de 25 países en más de 150 actuaciones y críticas tan favorables como las obtenidas en The New York Times, Washington Post, L. Unita de Roma, Bulgaria, Hungría, Polonia, España, Inglaterra, etc. Su repertorio que abarca 16 personajes protagonistas de Opera presentados y obras de todos los géneros y estilos. Sus grabaciones en cinco discos de larga duración, hoy CD, dos de ellos premiados internacionalmente: el que hizo para la OEA en su colección de música culta latinoamericana, y otro de música colombiana galardonado con el premio Ondas Internacional de la OTI. Su labor didáctica, su sapiencia musical y sus iniciativas, reflejados en más de 35 años de profesorado de canto en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia y en la Orquesta Filarmónica de Bogotá, y en los frutos que hoy son los importantes cantantes nacionales e internacionales que fueron sus alumnos. La fundación de la Coral Avirama, de la Asociación Coral Giuseppe Verdi , la Fundación de la Opera de Colombia, el Coro de Colcultura, la Coral Armonía , el Coro Santafé de Bogotá y el Coro Filarmónico de Bogotá.
Las distinciones recibidas tales como el «Premio Ondas» de la OTI, la Placa de Oro de el periódico El Tiempo, el Trofeo de la mejor interpretación en el Festival de Opera de Medellín, la distinción al Mérito Cultural de la Alcaldía de Bogotá, la Ciudadanía honoraria de Guayaquil y Ciudad de Guatemala, el haber sido jurado de uno de los más prestigiosos concursos de canto del mundo, el de Sofía; el haber sido escogida por la Unesco para actuar como Solista en la Clausura del año Europeo de la Música y la representación que llevo del arte Lírico Latinoamericano en los festivales de Polonia en verano de 1985 y la Orden Simón Bolívar máxima condecoración con la que el gobierno Colombiano señala los altos exponentes del arte, la ciencia y la cultura.
El haber incorporado a su repertorio e interpretado con propiedad, altura y distinción, la música tradicional Colombiana, de la cual realizó más de 70 conciertos en el exterior y 400 Colombia, y haber grabado tres discos de larga duración en asocio de la Orquesta Filarmónica de Bogotá rompiendo un tabú que estigmatizaba a quien, proveniente de la música culta, se atreviese a cantar bambucos , pasillos, cumbias y porros. La constante búsqueda y difusión a altísimo nivel en discos y presentaciones públicas de la música culta y tradicional de las Naciones Latinoamericanas tratando de encontrar los elementos comunes que enlazan el sentir musical del continente. Su inmenso repertorio interpretado, de más de dos mil piezas de distintos géneros. Su constante buena voluntad para interpretar las obras de los Compositores que solicitaban la colaboración para su estreno. La enhiesta actitud que mantuvo al reivindicar el respeto de la dignidad y la capacidad del artista Colombiano. La labor cumplida desde 1983 cuando el Gobierno Colombiano la designó Embajadora para Asuntos Culturales cargo Ad honorem, a través del cual, desarrolló una extraordinaria labor de divulgación de nuestro país. La fundación y dirección de la Compañía de Las Clásicas del Amor en donde formó y ayudó a más de 200 integrantes , montando e interpretando más de 200 obras, obteniendo con el Coro Filarmónico de Bogotá –base de está compañía- el Segundo Lugar en el Concurso Orlando di Lasso en Roma en 1995. Su calidez humana, su alegría y su sonrisa, su constante deseo y disposición para colaborar, ayudar al artista o al alumno; su optimismo y actitud positiva ante le vida, su incesante actitud creadora. Son todos los anteriores, algunos avales que respaldan su enorme prestigio nacional e internacional y justifican el cariño y la admiración que se le profesa en todo el continente y en Colombia, donde se convirtió en uno de los máximos símbolos musicales de su patria lo cual se vio reflejado en el conmovedor homenaje que a su muerte, el 21 de enero de 2004, le brindó Colombia y el mundo.
ALBERTO UPEGUI
1937 – 2014
Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Bolivariana de Medellín pero con una gran sensibilidad hacia la música, éste gran gestor cultural ha dedicado 50 de sus 72 años de vida al servicio del desarrollo cultural del país, específicamente en lo que a la música se refiere y basando toda su actividad en su convencimiento de que lo que le hace falta a la cultura nacional para su desarrollo es la apertura de espacios para los artistas y para el publico, la búsqueda de recursos económicos y el rescate de los valores nacionales y musicales. ALBERTO UPEGUI Y LA ACTIVIDAD LIRICA COLOMBIANA Durante los últimos años del Siglo XIX y hasta 1943 la actividad lírica se manifestaba en Colombia a través de las presentaciones de compañías Italianas, Españolas y Argentinas en sus giras por América. Solo dos veces, una en 1936 y otra en 1943, se realizaron producciones completas de ópera hechas totalmente en Colombia; un Barbero de Sevilla en Bogotá, bajo la Dirección del Maestro Guillermo Espinoza y el movimiento que produjo la Compañía de Opera Antioqueña fundada y dirigida por Jorge Luis Arango y Pietro Mascheroni en Medellín y su replica en Barranquilla bajo la dirección del Maestro Pedro Biava. A partir de 1960, después de más de 15 años de inactividad lírica en Colombia Upegui promueve, produce y realiza en Medellín Madame Butterfly de Puccini con un elenco totalmente colombiano así como la realización del vestuario, decorados, coros, ambientación y la dirección musical del Maestro Pietro Mascheroni. Una temporada de ópera con los títulos Rigoletto y Traviata de Giuseppe Verdi y Caballería Rusticana de Mascagni, con elenco y producción totalmente nacionales con excepción de una soprano. Logrando el patrocinio de cinco grandes empresas privadas antioqueñas, planea, produce y dirige el I FESTIVAL INTERNACIONAL DE OPERA CIUDAD DE MEDELLIN..
En este gran evento se producen y presentan Rigoletto, Traviata, Boheme, Madame Butterfly, Caballería Rusticana, Los Payasos, Elixir de Amor, Don Pasquale y El Barbero de Sevilla. Cinco de estas óperas fueron producidas en Medellín, el 80% de los artistas fueron Colombianos lo mismo que Coros, Orquesta, decorados, etc, las cuatro restantes contaron con la colaboración y solistas de la Opera del Teatro Municipal de Río de Janeiro en su visita a Colombia. En 1965 Upegui colabora intensamente con la presentación de la Opera Bolivariana de la cual fueron grandes gestores el barítono colombiano Jesús Rincón y el tenor Venezolano Alfredo Sadel. En 1970 y 1971 Upegui logra el patrocinio total de Industrias Haceb y organiza, produce, dirige y presenta el II Y III FESTIVAL INTERNACIONAL DE OPERA DE MEDELLIN. Se presentaron en estos Festivales Orfeo y Euridice, Bohemia, Aida, Rigoletto, Traviata, El Trovador, El Barbero de Sevilla, Elixir de Amor, Lucia de Lamermoore y Marina.
La producción total de estas 10 óperas fue realizada en Medellín por personal de la ciudad, los Coros que actuaron fueron en su mayor parte de las Universidades Antioqueñas. Asistieron grandes figuras mundiales del canto lírico tales como Pedro Lavirgen, Vicente Sardinero, Joan Grillo, Carlo Meliciani, Cecilia Albanese, Bianca Berini, Eugenio Fernandi y fue la oportunidad del lanzamiento de dos grandes figuras mundiales del canto Colombiano: Carmiña Gallo y Alejandro Ramírez, sin dejar de mencionar la participación protagónica de Alejandro Correa, Alfredo Landinez, Álvaro Guerrero y tantas otras voces que encontraron en estas presentaciones serias y profesionales, la oportunidad de cultivar su voz y su talento. La importancia y calidad de estos Festivales obligó a que el segundo de ellos ampliara sus presentaciones a las Ciudades de Bogotá, Cali y Manizales y las necesidades orquestales de éstas presentaciones dieron pie a que Upegui propiciara la unión de los músicos de la Orquesta de Medellín para refundar la benemérita Orquesta Sinfónica de Antioquia, que encontró continuidad después de aquella oportunidad. En 1973 Upegui traslada su residencia a la Ciudad de Bogotá y desde entonces, ya en pareja para siempre con Carmiña, continúan su labor en beneficio del movimiento lírico nacional, fundando en ese mismo año la Asociación Coral Giuseppe Verdi compuesta por 70 cantantes, con la cual empieza a despertarse de nuevo el interés de la capital por la música para la escena.
Era necesario, por otra parte, crear oportunidades de actuación y desarrollo a los nuevos cantantes que encontraban la frustración de sus muchos años de estudio al no tener oportunidad de presentarse en público. La Asociación Coral empieza una serie de presentaciones de ópera en Concierto con el Elixir de Amor, La Traviata y una gran Antología Lírica, llegando en 3 años a 20 presentaciones, participando además en la realización de grandes obras Sinfónico Corales con la Orquesta Sinfónica. En 1976, se convirtió en la base sobre la cual se fundó LA OPERA DE COLOMBIA, hecho con el cual se logra que Bogotá tenga ópera con una producción realizada en su totalidad en Colombia, presentando 6 funciones de La Bohemia y 3 de La Traviata, patrocinadas por Colcultura, institución dirigida entonces por Doña Gloria Zea. El gran éxito de esta experiencia dio lugar a que a comienzos de 1977 se fundara ASARTES, Asociación sin ánimo de lucro para la Divulgación de las Artes Representativas, para a través de ella canalizar ayudas económicas privadas y darle un sistema jurídico ágil a la administración. Desde esta primera temporada de la ópera el elemento nacional fue fundamental. Además de los cantantes, el coro y la orquesta, se dio la oportunidad a un gran número de personas, oficios y actividades que se estaban extinguiendo. Se crearon talleres propios de escenografía, costura y ambientación. Luminoténicos, ambientadores, diseñadores de utilería, maquilladores, diseñadores y constructores de escenografías, peinadoras, asistentes de dirección, Directores de Coros, etc. La mayoría de estos se formaron y aprendieron su oficio en aquellas primeras temporadas. Upegui, a pesar de las inmensas dificultades económicas, terminó con el criterio vergonzante del artista y fue inflexible con su filosofía de que cada actividad artística debía recibir una remuneración, lo cual ha sido una constante a lo largo de su actividad. El coro amplió el número de integrantes a 120 divididos en dos grupos. Actuaba no solo como coro de ópera sino en otros repertorios y ambientes. Su selección se amplió a gentes sin lectura musical y mediante las técnicas del Maestro Gabor, contratado en Estados Unidos para tal fin, aprendían a leer la música en dos meses. Se fundó además el Coro Infantil de Colcultura, cuyos frutos están presentes en gran cantidad de cantantes adultos de hoy que a tal entidad pertenecieron. En 1977 se produjeron y presentaron 25 funciones de cinco títulos diferentes y se presentó en Bogota y Medellín con participación parcial de elementos de dichas ciudades. En 1978 y 1979 se presentaron 40 funciones de 8 títulos diferentes en cada año y la temporada se extendió a Cali y Medellín llegándo incluso a presentarse óperas en dos ciudades simultáneamente. Este volumen de funciones amplió aún más el espacio para los cantantes nacionales y como fruto de la oportunidad que tuvieron surgieron, interpretando papeles protagonistas, las grandes voces colombianas de los años siguientes y la actualidad. Dejando de lado las actuaciones de Carmiña Gallo, de allí surgen como cantantes importantes Marta Senn, Zoraida Salazar, Sofía Salazar, Clara Chavarriaga, Marina Tafur, Bernardo Sánchez, Marta Gutiérrez y tantos otros que tuvieron el espacio físico, cultural y económico para que usaran, encontraran o desarrollaran sus grandes talentos. La formación de una gran afición a la ópera que registró entonces promedios del 85% del aforo, se debió en gran parte a lo racional del valor de las entradas, a la calidad del espectáculo y a la divulgación por televisión en el espacio Palco de Honor que el mismo Upegui dirigía, de las obras completas con subtítulos en español, lo que técnicamente entonces constituía una hazaña. El programa Palco de Honor se transmitía en el mejor canal de la televisión y a horario triple A (8:00 pm) con dos horas de duración. En 1980 Upegui se retira de la dirección de la ópera al no compartir el criterio extranjerizante que quería imponerse desde Colcultura. Este hecho hace que 1983 el gobierno nacional resuelva quitarle todo su apoyo y es cuando, de nuevo, vuelve a organizarla y la deja en manos de Francisco Vergara y Jaime León bajo el criterio de que el primer puesto de la actividad debía tenerlo el artista nacional siempre que tuviera las capacidades para hacerlo. El abandono del criterio nacionalista de la ópera hace que en 1988, de nuevo el Gobierno nacional ordene su terminación. Tal año, Upegui regresa de Italia y es nombrado Director del Instituto Distrital de Cultura y forma una nueva temporada como Festival Internacional de Opera de Bogotá y presenta bajo los mismos parámetros, Barbero de Sevilla, Traviata, Bodas de Figaro, Marina y Elixir de Amor. Dos de estas producciones fueron llevadas a los Barrios extremos de Bogotá como La Victoria y Servitá que tuvieron la oportunidad de presenciar por primera vez en su historia éste tipo de espectáculos. Un aspecto más que es importante en su actividad en la lírica y el espectáculo colombiano fue la oportunidad que brindó a nuestros públicos de conocer y escuchar personalmente a grandes figuras de la lírica entre los cuales cabe mencionar por su renombre mundial los de Ferruccio Tagliani, Carlo Bergonzi, Nicola Martinucci, Juan Pons, Garbis Boyayian, Pedro Lavirgen,Vicente Sardinero, Jorge Algorta, Joan Grillo, Cecilia Albanese, Rosalin Elias, Dimitri Navocov, Diva Pieranti, Paolo Fortes, Nedda Cassei, Eugenio Fernandi, Carlo Meliciani, Bianca Berini.
ALBERTO UPEGUI Y SU APORTE A LA MUSICA COLOMBIANA Y SUS INTERPRETES
Cuando ocupa la gerencia nacional de producción de RCN y en asocio del Maestro Manuel J Bernal revive y estimula la reanudación de los programas de Radioteatro en vivo, con orquesta propia, de las emisoras de Bogotá y Medellín, presentando gran cantidad de nuevos títulos de nuestra música y gran cantidad de cantantes y conjuntos nuestros que empezaban entonces a observar como se iban cerrando la puertas de las fuentes de sus ingresos. Como director de la Radiodifusora Nacional de Colombia realiza labores formidables en beneficio de nuestra música patria. Desde entonces se hace consciente de la crisis de amor por nuestra música y lo que es más grave aún, de la pérdida de su memoria gráfica o de sus grabaciones. Se dio entonces a la tarea de recuperar las dispersas grabaciones de la fonoteca, a limpiarlas, clasificarlas y a regrabarlas pues en sus antiguos soportes corrían gran peligro de desaparecer. Con la colaboración del Centro de Documentación Musical que Hjalmar de Greiff y David Feferbaum acababan de fundar dentro del Instituto Colombiano de Cultura, se inician una serie de conciertos destinados a presentar al público y a obtener la grabación de obras que el Centro había obtenido o rescatado dentro de sus actividades. Grandes figuras de nuestra música colaboraron en aquel difícil empeño y obligó a quienes interpretaran conciertos patrocinados por la radio o por el Instituto a incluir obras colombianas previamente seleccionadas. En esta actividad de conciertos encontró apoyo del Maestro Ernesto Díaz para la fundación de la Orquesta Juvenil de Colombia. Con la misma colaboración de De Greiff y Feferbaum reanuda la publicación del Boletín de Programas de la Radio Nacional cuya trayectoria constituía uno de los más valiosos archivos documentales con que ha contado Colombia. Como Director de la Radio Nacional duplica el número de horas de divulgación de la música colombiana y exige que sea presentada con previos libretos que constituyeran un aporte para su historia. Meses después cuando llega a la sub-dirección de Bellas Artes de Colcultura, impulsa las tareas del Centro y logra en asocio de los anteriores y de Monseñor Perdomo Escobar la apertura para su estudio y divulgación del invaluable y precioso archivo musical de la Catedral de Bogotá. Con la misma colaboración se restaura y salva el archivo del Teatro Colón de Bogotá en ese momento en restauración. En este mismo cargo dirige en 1969 el Primer gran Concurso Colombiano de Compositores, uno de los más brillantes y concurridos de nuestra historia musical y en el cual participaron más de 200 compositores de todos los géneros y que logró amplia difusión a través de la televisión y de la radio oficial y privada. Después de su retiro de Colcultura y de la Dirección de la ópera, realiza el gran lanzamiento a nivel nacional e internacional con la colaboración de Caracol y la Orquesta Filarmónica de Bogotá, del más ambicioso proyecto discográfico de la música colombiana. Treinta días de promoción radial y televisiva, participación de artistas como David Manzur en el diseño de vestuario, la supervisión del Maestro Llano González, un gran concierto en el Teatro Colsubsidio y arreglos especiales para Orquesta Sinfónica fueron el marco de CARMIÑA CANTA A COLOMBIA. El resultado no pudo ser mejor: el país entendió que se podía vestir de gala nuestra música. Se vendieron más de cien mil discos, la grabación fue registrada en los catálogos internacionales, hubo necesidad de hacer dos series y lo mas importante, quedó un mensaje afortunadamente después imitado, de que el buen cantar y la asepsia musical e interpretativa no es incompatible con la música tradicional de un país y que, bien hechas, nuestras canciones son buen pan para el gusto de nuestros compatriotas. En esta misma época Upegui colabora con Gustavo Mateus en la reestructuración de la Escuela Superior de Música de Tunja, logrando la alianza de esta Institución con el Coro de Niños de Bensposta, fruto de la santidad de Manolo Martín Martínez, empeño que todavía rinde frutos innegables. En estos mismos años, promueve la interpretación del gran Réquiem de Antonio María Valencia a cargo del Coro de Benposta. En 1983 y hasta 1987 Alberto y Carmiña viven en Roma. Durante su permanencia allí organiza la Gran Gira Europea de Carmiña y Jaime Llano con 25 conciertos de música colombiana en las capitales europeas. Por otra parte se llevan a cabo 7 conciertos especiales en diferentes ciudades Italianas, Búlgaras, Rumanas, Polacas, con el acompañamiento de intérpretes locales. En su permanencia diplomática en Roma, Upegui organiza La Muestra del Museo del Oro en Palacio Venecia, el Gran Concierto de Armero realizado por la RAI Radio Televisión Italiana y la ejecución de numerosas obras colombianas por orquestas italianas. En esa misma época realiza una amplía investigación histórica con motivo del Centenario del Himno Nacional, material trasmitido en cinco programas de una hora de duración por la Cadena Básica de RCN intitulado ALTISIMO NIVEL. A su regreso de Roma el Doctor Upegui es nombrado Director del Instituto Distrital de Cultura, cargo que ocupo durante dos años. Al mes de su posesión debería celebrarse la conmemoración de los 450 años de la fundación de Bogotá. A pesar de la precariedad temporal organiza más de 70 eventos de extraordinaria calidad en los sitios convencionales y por primera vez los mismos en las zonas marginadas. Se hace una gran recopilación de la música dedicada a Bogotá compilada en una valiosa edición de dos discos con sus respectivas explicaciones históricas, así como obras de teatro Santafereño. Diez charlistas eruditos contaron los usos y las costumbres de la vida de Santa fe, en Solemne Acto en el Teatro Municipal se condecoró y exaltó la vida y la obra de un selecto grupo de músicos, hombres de teatro, compositores, grandes conciertos de la Orquesta Filarmónica, de la Banda Nacional, de la Banda del Distrito, una inmensa convención de diez bandas le dio serenata a la ciudad con obras representativas, se cantaron por primera vez obras del archivo de la catedral y por último un gran desfile en La Plaza de Bolívar con 14 carrozas diseñadas y construidas especialmente para esta ocasión que le contaron al público en su transcurrir, la historia de Santa fe. En la ceremonia central de la conmemoración se cantó por primera vez desde su estreno a fines del Siglo XIX La Misa Azul de Guillermo Quevedo Zornoza. Fue grande la gestión que en pro de nuestra música colombiana realizo Upegui dentro de la dirección del instituto. Convirtió una sala inútil del Planetario Distrital en la Sala Oriol Rangel y ordena y dispone que a partir de esa misma semana, todos los martes se realizara un concierto en vivo de Música Colombiana, realizando 62 Conciertos y sus temas y sus programas constan en tres volúmenes con grandes índices onomásticos y temáticos que constituyen hoy la más valiosa obra de consulta de la música tradicional Colombiana, con el nombre de LECTURAS DE MUSICA COLOMBIANA. La actividad de esta Sala y la que se desplegó durante los dos años de su gestión, requería conjuntos estables propios del Instituto que además sirvieran para constantes conciertos y presentaciones en los barrios de Bogotá. Así nacieron: El Conjunto Orquestal Santa fe de Bogotá especializado en música colombiana, dirigido por el Maestro Jaime Llano González con los Hermanos Martínez y otros músicos que además de haber realizado más de 90 conciertos nos legó 3 discos de obras colombianas jamás grabadas. El Ballet Santa fe de Bogotá, dedicado al estudio y divulgación de los bailes tradicionales colombianos, integrado por 24 artistas. El Coro Santafé de Bogotá, íntegramente profesional, de 24 integrantes que realizó un promedio de dos presentaciones semanales y de grandes producciones de otro género y La Compañía de Teatro Santa fe de Bogotá, dedicada a hacer las grandes obras del teatro en los barrios marginados. Por otra parte, en espacios desperdiciados del mismo Planetario se monta y pinta por el artista Guillermo Vallejo La Sala Colombia, un gran mural con luz y sonido para que los niños conocieran la geografía y las características físicas de su patria
Rescata, presenta, reedita y graba grandes obras perdidas de la Música Colombiana del Siglo XIX y comienzos del XX tales como la Misa Negra de Quevedo Arvelo y Las Constelaciones de Santos Cifuentes y Rivas Groot. En cinco meses lleva a cabo la primera restauración del Teatro Jorge Elicer Gaitán, antiguo Teatro Colombia y le rehabilita para presentar grandes espectáculos dejando asegurado que no le vuelva a ser posible reconvertirse en Sala de Cine como lo había estado los últimos 25 años. Se reinaugura con el montaje y producción que hizo Upegui con Jaime Santos y Cuesta de una Revista Musical Colombiana llamada VOLVER A EMPEZAR. Por gestiones ante el gobierno del Japón dota al Teatro de modernísimo equipo de sonido y luces, lo mismo que al Teatro al Aire Libre de La Media Torta que le dio periodicidad a sus festivales elevando además su nivel artístico. En asocio de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y del Maestro Raúl García se recoge y se hacen las orquestaciones de los más populares villancicos cantados por los colombianos e inician la tradición, que este año llega a 18 ediciones en forma ininterrumpida, de realizar conciertos de navidad en los barrios de Bogotá. Edita 4 obras Bogotanas escondidas en archivos entre ellas las Memorias sobre la vida en Bogotá en el Siglo XIX del diplomático argentino Jorge Cané. Emite la primera edición de la recopilación mundial de los críticos sobre la obra de Tomás Carrasquilla y reedita la obra de Jorge Añez, fundamental para la historia de la música en Colombia con las glosas de Hernán Restrepo Duque. Upegui considera a la APOTEOSIS COLOMBIANA como la más importante de sus realizaciones. Un trabajo de un año para una gran revista que resume las distintas regiones folclóricas de la patria. Un grupo de músicos, escenógrafos y técnicos, auténticos expertos del folclor de cada región, trabajaron arduamente con un resultado estupendo en el que participaban 80 artistas.
Los materiales de vestuario y escenografía eran oriundos de cada región. Se produjo, por ejemplo, una réplica exacta del Carnaval de Riosucio con sus textos, su música y sus figuras. Esta Revista alcanzó las 80 presentaciones y se estableció un sistema de asistencia que llevó a 15.000 niños de las escuelas de Bogotá a sus funciones. A la búsqueda del rescate del Bambuco, el gran ritmo nacional, organiza unas grandes jornadas denominadas el I Encuentro con la Música Colombiana. Durante quince días y previa documentación reunió en Bogotá a los más importantes conocedores de nuestra música en un gran seminario destinado a aclarar tantos aspectos controversiales, entre ellos la escritura del bambuco, su origen, su desarrollo y su futuro dejando el más valioso material que sobre el tema hoy cuenta el país. Realizó diez grandes conciertos de divulgación y por último un gran Concurso Nacional de Composición de bambuco que convocó a 89 compositores. Por 75 emisoras de RCN se transmitieron durante un mes los diez temas seleccionados como finalistas y se invitó al público a que participara con sus opiniones llegándose a la suma de 75.000 votantes. Un gran acto final con majestuoso concierto coronó a los ganadores. El país (y ese era el propósito de Upegui) volvió a pensar en su música, en su bambuco, a tener conciencia que tenía música propia y muy bella. Multiplicó los Conciertos de Música Colombiana y Latinoamericana de tal manera que fue necesario tomar en arriendo durante 6 meses el antiguo Teatro de la 85 para dar salida a las convocatorias y al entusiasmo del público. En el año 1992 organiza otra vez con el apoyo de RCN, Las Cien Mejores Canciones Colombianas. Una vez más después de diez conciertos de presentación de los cien títulos escogidos, los colombianos fueron convocados a votar por las más queridas por ellos. La divulgación radial y televisiva fue inmensa, con más de 120 votos y una gran maratón radial de 72 horas por todas las emisoras de la cadena hablando de nuestra música y un gran concierto en el que se cantaron las cien canciones ante 17.000 espectadores en el coliseo El Campín terminaron el certamen del cual se obtuvo como fruto una gran publicación con las letras y las biografías escrita por Hernán Restrepo Duque. En ese mismo año con la colaboración de RCN y de numerosas empresas organiza y dirige EL SHOW DE AMERICA, uno de los espectáculos más grandes que se haya realizado en Colombia. Durante 12 días, desde las 3:00pm y hasta la 1:00am en la Feria Exposición de Bogotá, en 11 escenarios que funcionaban simultáneamente, se presentaron los 850 artistas más importantes de Latinoamérica interpretando música de todos los géneros. En la misma época nacen LAS CLASICAS DEL AMOR, y la CORPORACION ARTISTICA Y CULTURAL CARMIÑA GALLO, entidad sin ánimo de lucro destinada a servir de soporte jurídico a las abundantes y permanente actividades del grupo Coral denominado CORO FILARMONICO DE BOGOTA. El Coro es fundado por Carmiña, Upegui y el Maestro Raúl García, director entonces de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, con unos propósitos o políticas muy claras que se han conservado a través de los años: la juventud de sus integrantes, el propósito de interpretar todo tipo de música, la formación de los integrantes no solo como coristas sino como solistas mediante el trabajo personal con cada integrante, tener un carácter profesional remunerado y servir de base coral para las ejecución de las obras sinfónico corales de La Orquesta Filarmónica de Bogotá. Al mismo tiempo del Gran Show de América se inician los Conciertos de estos 16 Coristas y una orquesta digital de formidable calidad. Inmediatamente la calidad del grupo llamó la atención y se inició una carrera ininterrumpida de éxitos y de logros de insólita ocurrencia en Colombia a cargo de una entidad privada sin ninguna ayuda oficial. RCN, Carlos Ardila Lulle, Postobón y otras empresas inician una nueva colaboración económica y se organiza a través de Temporadas Oficiales de 30 Conciertos llamadas LAS CLASICAS DEL AMOR.
Son 15 años de actividad ininterrumpida siempre bajo unos parámetros de gran asepsia musical y una gran calidad interpretativa. En este lapso el Coro y la Compañía de Las Clásicas han presentado 1.180 Conciertos en 18 ciudades diferentes. En 1995 el Coro Filarmónico bajo la dirección de Carmiña y con esfuerzo inmenso de consecución de fondos por parte de Upegui, logran en Roma el segundo lugar en el importantísimo CONCURSO CORAL ORLANDO DI LASSO, entre 53 Coros del 41 países. Las 12 Temporadas Oficiales anuales de las Clásicas del Amor, en el Auditorio Skandia significan 340 Conciertos, todos con repertorio diferente y un especial énfasis en la música Colombiana. Esta actividad ha dado lugar a que la agrupación tenga un repertorio ya ejecutado, con sus correspondientes soportes musicales, de 2.200 canciones de 14 géneros diferentes. La biblioteca musical de la institución es de las más importantes de Latinoamérica en materia de música vocal y se acerca a los 69.000 títulos siendo muy importantes más de 800 piezas olvidadas o escondidas de la música colombiana. La Compañía ha presentado 230 Programas de Televisión y 350 Programas radiales a través de RCN. Cabe destacar también, 14 ediciones discográficas. Su Orquesta Digital es una verdadera novedad en el sentido de su sonoridad y del aprovechamiento de los recursos de la moderna tecnología. Ha sido norma estricta, impuesta por el Doctor Upegui y una campaña permanente, volver la honestidad del espectáculo exigiendo en la Compañía y públicamente al ambiente musical colombiano, la ejecución de los conciertos en vivo, es decir, detestando los doblajes y trucos que engañan al público y desplazan al artista colombiano.
En 1996 con la colaboración de Shell y RCN organiza y dirige un nuevo encuentro con la música colombiana llamado UNA VOZ Y UNA CANCION PARA COLOMBIA. Gran concurso nacional de composición de canciones colombianas y un gran concurso de intérpretes.
Más de 350 participantes y conciertos en las principales ciudades del país dando a conocer las canciones y los cantantes, colmaron la atención del público. Un gran jurado compuesto por público y expertos y 6 conciertos en Bogotá en los que participó la Compañía de Las Clásicas del Amor, cerraron una actividad que una vez más estimuló el cariño y la vigencia de la música colombiana. En 1999 con RCN, Telecom y otras Empresas patrocinan el más grande y masivo de los Encuentros con la Música Colombiana organizado por el Doctor Upegui: LAS CIEN CANCIONES COLOMBIANAS DEL SIGLO. Esta vez fueron más de 400.000 los votantes que determinaban las canciones más queridas por los Colombianos en el Siglo que terminaba. La edición de lujo que comprende los cien temas ha sido la edición de música colombiana más vendida en la historia. Se realizaron 20 Conciertos de presentación de los temas, (también realizados por Las Clásicas del Amor) tres grandes programas de Televisión y de nuevo, una gran maratón final donde se interpretaron las cien canciones durante 8 horas y transmisión por Radio y Televisión.
Son dos las más recientes iniciativas del Doctor Alberto Upegui. La primera es la conformación en mayo del año 2.005 de un programa de formación musical a través de la creación de una agrupación infantil llamada ANGELES DE LA ESPERANZA, la cual está integrada por 55 niños entre los 7 y los 12 años de edad, provenientes del barrio 20 de julio. El objetivo de la creación de ésta agrupación es utilizar la música como una estrategia pedagógica a través de la cual se logre la inclusión social positiva, la promoción de valores para la sana convivencia y la posibilidad de recuperación de las posibles heridas que puedan existir en los niños debido a las situaciones existentes al interior de sus familias, sus entornos escolares, sus vecindarios, etc.
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